domingo, 2 de octubre de 2011

Los ricos: invisibles en las encuestas de hogares de América Latina

Los ricos: invisibles en las encuestas de hogares de América Latina
Nora Lustig[1]
WPAL, 26 de agosto, 2011
Durante los últimos quince años, ha habido una gran mejora en la disponibilidad y calidad de las encuestas de hogares, la principal fuente de información para analizar la evolución de la desigualdad y la pobreza en América Latina. Sin embargo, subsisten algunos problemas de importancia. Por ejemplo, hay países donde las encuestas se levantan con muy poca frecuencia, otros en donde por diseño muestral y/o cuestionario no son comparables y algunos aún no cubren zonas rurales. También es un problema que una gran parte de los países no levante encuestas de hogares con datos sobre consumo, tanto para medir el bienestar, como para analizar el impacto de impuestos y subsidios indirectos sobre los hogares. Asimismo, en muchas encuestas aun no se captan los impuestos directos y las contribuciones a la seguridad social y las transferencias gubernamentales directas no se identifican como un ingreso específico por separado aún para los programas de mayor importancia.
Todo esto representa un serio problema para analizar con rigor la pobreza y la desigualdad y el impacto de las finanzas públicas en su evolución. Sin embargo, tal vez la peor limitación para medir cabalmente la desigualdad en la distribución de ingresos es la tremenda sub-captación de los hogares más ricos que presentan las encuestas de la región. Si bien no se cuenta con una estimación sistemática del orden de magnitud de la subestimación de lo que ocurre en el tope distributivo, algunas cifras son muy ilustrativas.
Con base en los reportes sobre riqueza en América Latina de Merril Lynch, se estima que en la región hay aproximadamente 400.000 individuos con una riqueza promedio de 15,5 millones de dólares. Si suponemos que dicha riqueza puede obtener lo equivalente al retorno promedio esperado en tiempos normales (o sea, de un 5 por ciento anual), el ingreso mensual promedio de estos individuos sería de alrededor de 65.000 dólares. Sin embargo, en las encuestas de Argentina, Brasil, México y Perú, el ingreso promedio mensual de los dos hogares más ricos en 2006 (o sea, antes de la crisis financiera global para que no hubiera un sesgo hacia la baja) fue de igual a 14.800, 70.400, 43.100 y 17.600 dólares, respectivamente. Aun en el caso de Brasil, el más alto, se trata del ingreso total a nivel de hogar mientras que la cifra anterior se refiere al ingreso por individuo derivado de inversiones únicamente. La situación se vuelve más dispar cuando se contempla solamente a los individuos que Merrill Lynch llama los ultra-ricos (los que tienen más de 30 millones de dólares en activos). Para ellos, el ingreso mensual sería de 2 millones de dólares.
Para el Gran Buenos Aires, Facundo Alvaredo (2010) ha estimado cuánto cambiaría el Gini de incluirse a los hogares ricos con base en la información de las declaraciones impositivas (misma que también puede considerarse una subestimación dada la evasión fiscal propia de América Latina). Se encontró que el ingreso reportado por el 0,1 por ciento más rico en la encuesta es 20 veces menor que el reportado en las bases de datos con información de las declaraciones de impuestos y que el Gini sería 5 puntos porcentuales mayor. (Para mayor información ver (http://g-mond.parisschoolofeconomics.eu/topincomes))
De hecho, la información provista por Argentina no se ha obtenido para otros países de la región (y sobre todo para periodos recientes) porque hay mucha resistencia a compartirla. Esto contrasta con que en todos los países de la OCDE, a excepción de México y Turquía, dicha información es pública.
Para tener medidas más precisas de la concentración del ingreso y la riqueza, se requeriría tener acceso a la información contenida en las declaraciones de impuestos (respetando anonimato, por supuesto). No se requieren los datos individuales; muestras serían suficientes. Además, se podrían adicionar módulos especiales para captar el ingreso de la población más rica en las encuestas de hogares con cierta periodicidad (cada 5 años, por ejemplo). Hasta no contar con información sobre la concentración del ingreso en el tope más rico de la población, los indicadores de desigualdad en América Latina seguirán siendo sumamente engañosos.


[1]
La autora es Samuel Z. Stone Professor of Latin American Economics en la Universidad de Tulane en Nueva Orleans, EEUU e investigadora no-residente en el Center for Global Development y el Diálogo Interamericano en Washington, DC. Para contactarla: nlustig@tulane.edu.