El
bienestar social: una realidad que se construye colectivamente
Ashoka
México y Centroamérica busca edificar una realidad diferente junto con 6
billones de agentes de cambio.
Por Lourdes Zamanillo, coordinadora de
comunicación de Ashoka México y Centroamérica
Comentario para la discusión en línea
Conchita y José
se despiertan y ven el amanecer desde su ventana. En el piso de abajo, sus ocho
hijos duermen plácidamente en sus literas. A 65 kilómetros de ahí, Liliana
camina por la calle de Ermita, Iztapalapa. Una fila de árboles cobija su andar
y ahoga el smog que rodea a la capital del país. Cerca, en San Felipe del
Progreso, Belém Villegas se reúne con los miembros de su cooperativa mazahua Nutriciones de la Rosa para definir la
estrategia de negocio de la granola que producen. Hace unos años, Conchita,
Liliana y Belém estaban en situaciones muy diferentes a las que viven ahora. La
seguridad laboral, la vivienda digna y los proyectos sociales eran sólo parte
de un sueño lejano.
“Nosotros
vivíamos en una casa de lámina. No había agua, no teníamos luz. Estábamos
aislados”, comenta Conchita. Por si fuera poco, ella y José perdieron lo poco
que tenían. “Un día me voy a dejar los niños a la escuela y hubo un corto circuito
– se nos quemó la casa”, añade.
Sin saber qué
hacer, la familia pidió ayuda a la presidencia municipal. El gobierno los
contacto con una constructora llamada ¡Échale! A tu casa, empresa social
que impulsa el desarrollo comunitario a través de la autoproducción de vivienda
asistida. Las familias beneficiadas aprenden a elaborar “adoblocks”, (tabiques
ecológicos hechos a base de tierra local) y entre todos ayudan a construir su
hogar. Ellos reciben un sueldo por su trabajo y quedan capacitados para poder
replicar el modelo de construcción en sus comunidades. En un mes, Conchita y
José tenían casa propia.
“Nunca imaginé
trabajar en mi casa. Es algo fascinante. Yo hacía casas de alguien más y para
mí era un sueño tener una casa así”, expresa José.
En San Felipe
del Progreso, Belém Villegas no tenía trabajo. Ella y varios miembros de la
comunidad se dedicaban a producir granola, pero el negocio era escaso y las
ventas escuálidas. En 2004, una organización llamada Visión Mundial da con San Felipe. Los visitantes capacitan a los
productores en materia de producción y ventas. Luego llega la cadena de
restaurantes TOK’s. Quieren probar el
producto y quedan maravillados. Quieren venderlo en todas sus sucursales. Hoy,
Belém ha conformado una cooperativa con cinco socios y catorce trabajadores.
Tienen ingresos fijos, aguinaldo, fondo de ahorro y seguridad social.
Liliana, por su
parte, no tiene una cooperativa ni tiene un trabajo fijo ya que ni siquiera
tiene edad para ello.
“Desde chicas mi
hermana y yo hemos venido haciendo trabajo sobre el medio ambiente”, dice
Liliana, de trece años de edad. “Mi hermana se enteró de la convocatoria de Avancemos
y decidimos inscribir nuestros proyectos. El programa me sirvió para conectarme
con medios y nos mandaron al ITESM a capacitarnos. Después de eso, pusieron
diez contenedores para pilas en Iztapalapa, algo que yo llevaba peleando mucho
tiempo”, dice Liliana.
Al día de hoy,
juntas han llevado a cabo más de cuatro proyectos en pro del medio ambiente:
Reforestaron la calle de Ermita junto con sus vecinos, lograron que el gobierno
instalara contenedores para pilas en su colonia, crearon Misión Planeta (una marca de pañales ecológicos reutilizables),
escribieron dos libros y ahora, imparten talleres a niños pequeños.
Las historias de
Conchita, Belém y Liliana transcurren cada una en su propio espacio y en su
propia realidad. Son personas diferentes, con motivaciones distintas y entornos
incomparables. Sin embargo, hay algo que las une: la lucha por tener una mejor
calidad de vida y un mayor bienestar. Ashoka México y Centroamérica es el
agente invisible que está ahí para ayudarlas.
Ashoka trabaja
bajo cinco ejes para conseguir el bienestar de las personas alrededor del
mundo. El programa de Empatía está dirigido
a niños y busca generar una mayor cohesión social desde la educación. Avancemos invita a jóvenes de 14 a 24
años (o más pequeños, como el caso de Liliana) con ideas emprendedoras a
capacitarse y llevar a cabo su proyecto. Ashoka U trabaja con universidades
para incorporar el emprendimiento social en los planes de estudio. Walls no more asocia a grandes
corporativos como TOK’s con OSCs y pequeños productores para generar negocios
ganar-ganar. Finalmente, Venture recluta
a los más innovadores emprendedores sociales (como Francesco Piazzezi, fundador
de ¡Échale! A tu casa) y los vincula
con una red de más de 3000 personas y 300 empresas para acelerar su impacto.
Con sus
programas, Ashoka busca dar forma a un sector ciudadano global, emprendedor y
competitivo – uno que permita a los ciudadanos pensar y actuar como agentes de
cambio.
“A la larga
tenemos que ser mejores seres humanos y francamente tener todo esto me cambió
el pensamiento. Hoy en día vivo feliz disfrutando a mis hijos”, expresa José,
esposo de Conchita. Por su parte, Liliana quiere seguir trabajando con niños
pequeños. “Me gusta hacer esto. Me siento feliz pero luego digo – tengo que
hacer más”, dice.
El mundo está
lleno de agentes de cambio. Las personas sueñan, desean y vislumbran una mejor
vida – anhelo que da sentido y propósito a cada nuevo día y a cada nuevo
esfuerzo. Ashoka se encarga de aportar los engranes para que todos, como
sociedad, puedan construir esa nueva realidad.
“Sueños muchos.
Metas demasiadas. Vamos a ir paso por paso y escalón por escalón. No porque
seamos chicos o porque seamos grandes. Cualquier cosa que se necesite, aquí
vamos a estar”, concluye José.