Estado
de Salud del Adulto Mayor en Costa Rica
Juan
Rafael Vargas y Yanira Xirinachs-Salazar
Centro
Centroamericano de Población, Universidad de Costa Rica
Escuela de
Economía, Universidad de Costa Rica
Costa Rica es un país de menos
de 5 millones de habitantes, con ingresos medios altos (Banco Mundial, 2013).
La esperanza de vida para la población de 60 años es de 23 años, más alto que el promedio para la región latinoamericana
(22 años) y para el mundo (20 años) (OMS 2014).
Uno de los retos que enfrenta el Sistema Nacional
de Salud es la inversión de la pirámide poblacional. Esto implica que debe dedicarse mayores
recursos a la atención de los adultos mayores.
En el gráfico 1 se observa el ensanchamiento que se presenta en los
grupos de edad de 60 y más años
El envejecimiento de la población está asociado a una mayor carga
en gasto de salud. La edad de jubilación es 65 y más por lo que su contribución
a la seguridad social es limitada. Son
poli-consultantes, dadas las enfermedades crónicas propias de la edad.
Los datos de la Encuesta Nacional en Salud del año 2006, permiten
estimar modelos probit ordenados.
Partiendo del modelo de Grossman que identifica la salud como insumo
para la generación de ingresos y los servicios de salud como determinante de la
salud.
Se analizó la salud auto-percibida en función de
factores que deprecian el acervo de salud (edad, sexo, sedentarismo), factores
que representan inversión en salud (nivel educativo, convivencia en pareja,
satisfacción con el ingreso) y el estado real de salud (determinado por la
cantidad de enfermedades crónicas que padece).
Los principales resultados muestran que la salud
auto percibida tiene relación negativa con variables relacionadas con la
pérdida de acervo en salud y positiva con aquellas que lo aumenta. Más del 50%
de los adultos mayores perciben que su estado de salud como bueno o muy bueno.
El 58,6% viven en pareja. La mayor parte no realizan ningún tipo de actividad
física o social, lo que muesta sedentarismo. El 48% considera que los ingresos
percibidos son más que suficiente y un 43.5% los considera suficientes.
Los resultados del modelo muestran que la edad,
el hecho de ser mujer, no contar con educación y estar insatisfecho con el
nivel de ingreso llevan a una peor percepción de la salud por los adultos
mayores. Aquellos que tienen educación
superior a primaria, conviven en pareja
y tienen menos enfermedades crónicas, reportan una mejor salud auto percibida.
Los resultados precedentes están acorde con la
teoría; sin embargo, el sedentarismo refleja un comportamiento no esperado, a
mayor sedentarismo mayor posibilidad de tener mejor salud auto percibida. Una posible explicación es que el ejercicio
causa cansancio y dolor muscular.
Cada año adicional aumenta en 0.6 puntos
porcentuales la probabilidad de reportar una menor salud auto percibida. Ante un mayor nivel de educación la
probabilidad de reportar una mejor salud aumenta en 10 puntos
porcentuales. Un efecto similar se da
cuando el adulto mayor cuenta con un seguro directo; aumenta en 9 puntos
porcentuales.
Una mejor salud inicial aumenta en 29.5 puntos
porcentuales la probabilidad de reportar una mejor salud auto-percibida. Dado que ésta se construye haciendo un
recuento de las enfermedades crónicas que padece el adulto mayor, el resultado
no es de extrañar.
Jewell, Rossi y Triunfo en el 2007 realizaron un
estudio similar para algunos países de América Latina. Encontraron que la educación y el tener un
seguro de salud eran significativas. Sin embargo, para Costa Rica resultan no
serlo. Esto puede obedecer a la estructura
del Sistema de Salud (universal y solidario) donde solo el 4.39% no tiene
seguro de salud público. Por otra parte, la mayor parte de la población adulta
mayor cuenta con un nivel educativo de primera completa.
Investigaciones futuras podrían estar orientadas al análisis de
las causas por las cuales el sedentarismo no resulta ser significativo.
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