Esta contribución de Ethos Laboratorio forma parte de la Discusión en Línea #CalidadDeVida Urbana.
10 temas de agenda
urbana para la Ciudad de México
Los gobiernos tienden a
pensar la ciudad en términos de infraestructura; sin embargo, hablar de ciudad
es más bien hablar de su gente. Las ciudades son una
concentración densa de capital humano, y su genio, auge y declive se fundan en
su gente.
En los últimos 20 años, las ciudades en el mundo se
han extendido de manera tal que el enfoque tradicional del urbanismo ya no es
capaz de abordar la complejidad de estos espacios. Actualmente habitan en
ciudades 3,6
mil millones de personas y se espera que para el 2030, el 60% de la
población mundial viva en zonas urbanas.
Frente a este crecimiento exponencial, en México y
América Latina, como en otros lugares emergentes del mundo, las ciudades se han
expandido de manera descontrolada, incrementando y fomentando desigualdades,
cuando deberían ser focos de desarrollo e innovación. Por esto, en
Ethos hemos seleccionado una lista de 10 temas relevantes para la agenda de desarrollo
urbano, para convertir en la ciudades en centros de oportunidades e integración
para su gente.
1. Ciudades compartidas entre peatones, ciclistas, transporte público y… también automovilistas
La ciudad no es sólo para los automovilistas; debe ser fácilmente
transitable para todos sus habitantes de la manera que elijan: a pie, en
bicicleta, o por transporte público. El diseño urbano debe incorporar a todos los habitantes de la ciudad a
través de “calles completas”: vías accesibles, seguras y agradables tanto para
el peatón y ciclista, como para el usuario de transporte público y
automovilista. Es decir, todo lo contrario a la moda capitalina de los segundos
pisos.
El concepto de compartir, ideal para
aplicar en un mundo urbano con muchas interacciones sociales, debe ir más allá
del diseño de calles y transporte. Ahora compartimos mucho más que espacios físicos públicos, como parques
y el metro, o centros comerciales. En la Ciudad de México se comparten
bicicletas públicas, y en el mundo hasta automóviles, jardines urbanos y
cooperativas de comercialización de productos locales. Estas redes de personas,
formadas por conocidos y desconocidos de edades y antecedentes distintos,
pueden fomentar la confianza y las interrelaciones para lograr un impacto positivo
en sus comunidades.
Así, desde las calles transitables por
todos, hasta los mercados comunitarios, los espacios compartidos enriquecen las
ciudades e impulsan su capital social, determinando su potencial para un futuro
de éxito.
2. Una esperanza en la pobreza urbana
El sueño de una vida mejor en la ciudad aún
está muy anclado en la mente de los más pobres, especialmente
aquellos que viven en áreas rurales. Las ciudades dinámicas no atraen sólo
talento, también atraen los más desfavorecidos quienes están en busca de
mejores oportunidades. Y
estos tienen razón en irse a las ciudades; los campos se estancan, mientras las
ciudades están boyantes y dinámicas, llenas de oportunidades para una gran
variedad de labores.
México tiene el triste récord del barrio marginal más grande del mundo, el infame Neza-Chalco-Itza. En general, la Ciudad de México es un imán
para miles de personas que todos los días se asientan en su periferia. Y aunque
vienen por oportunidades, algunas políticas públicas mantienen a la mayoría de
ellos aislados del centro económico y cultural de la ciudad. Los que trabajan
ahí enfrentan viajes costosos, pesados y continuamente peligrosos. El gobierno
federal de México empeoró la pobreza urbana de
las afueras del DF, construyendo casas sin planos de urbanización, lejos de
centros de trabajo, escuelas y transporte público, marginando aún más a las
poblaciones vulnerables.
Sin embargo, esta
temible pobreza urbana puede ser un indicador esperanzador dado que los pobladores de
asentamientos informales tienen más oportunidades ahí que en espacios rurales.
La clave para salir adelante reside en el acceso a transporte y servicios
públicos, así como en la integración de estas comunidades marginales a la
ciudades, en lugar de alejarlas de ellas.
3. La nefasta dispersión
urbana
Todavía está de moda el sueño americano (también mexicano y
latinoamericano) de tener una casa grande, con dos o más carros en los
estacionamientos privados, y abundantes áreas verdes colindantes. El origen viene de Levittown, el suburbio símbolo americano de
producción en serie de viviendas, popular desde finales de los 40s, y sus
populares McMansions — casas
que aluden a la cadena de comida rápida, por su estandarización y efecto
negativo en la salud, dado que generan una alta dependencia del carro. Todo
esto contribuye a más tráfico y contaminación. Así, una colonia que parece muy
verde y ecológica, como Lomas de Chapultepec, termina siendo un espacio marrón
y contaminante.
También es frecuente un aumento de la
dispersión urbana debido a la rápida inmigración hacia las ciudades de gente
proveniente del campo que forma comunidades, de manera formal o informal, y que contribuyen al aumento de los cordones de pobreza urbana, como
de Ciudad Nezahualcóyotl. Estos inmigrantes se enfrentarán (y contribuirán) a
una infraestructura fallida, escasez de servicios públicos y espacios públicos,
viajes largos al trabajo, entre otros retos.
Ambas formas de dispersión urbana tienen
efectos desastrosos en el medio ambiente, la calidad de vida y el capital
social de una ciudad. Ambas implican largos traslados al
trabajo con mayor contaminación. Ambas alejan a la gente de los centros urbanos
más dinámicos, innovadores y con más acceso a servicios públicos y privados. Ambas
contribuyen al aislamiento en enclaves de gente similar, disminuyendo el
entendimiento y la integración con el resto de la sociedad.
La dispersión urbana señala una falta de
gobernanza adecuada, que no planea una expansión con mayor
densidad poblacional, ni brinda servicios necesarios u oferta de viviendas
dignas para una población creciente. Se podría revertir la tendencia si se fija
como objetivo aumentar la densidad, eliminando incentivos a viviendas
unifamiliares que innecesariamente utilizan grandes espacios de terreno, y
promoviendo programas de viviendas sociales, eficiencia en los servicios
públicos y de transporte, así como una planeación que dinamice los centros
urbanos.
4. Devolviendo espacios públicos al ciudadano
En Culiacán, capital de uno de los estados más violentos de México, se
ubica uno de los lugares más mágicos de América Latina: el Jardín Botánico. Cuenta con más de 1,000 especies botánicas (incluyendo un árbol que
camina) e instalaciones de arte contemporáneo de los más importantes artistas
de México y todo el mundo. Es uno de los mejores ejemplos de cómo se podrían
recuperar los espacios públicos para uso y recreación de todos.
Pero es un ejemplo aislado. Durante
décadas, los privados se han apropiado de lo público. Desde las playas privadas que no permiten el libre acceso de aquellos
que no tienen casa frente al mar, hasta las comunidades cercadas que restringen
el acceso y tránsito libre de personas en zonas seguras que no están amenazadas
por la delincuencia. Desde los franeleros y conductores que se adueñan de
espacios públicos de estacionamiento, hasta restaurantes que invaden calles y
banquetas con la autorización y beneplácito de las autoridades.
La tendencia es a revertir esta
“privatización” del espacio público, para que pueda ser gozado por todos. Esto es aún más importante en un país con tantos focos de violencia,
desde ciudades tomadas por el narco y el crimen organizado, hasta cualquier
colonia amenazada por la delincuencia común. Los parques, las vías amigables al
peatón y ciclista y las instalaciones de arte, pueden crear zonas seguras y de
integración para la comunidad.
5. Preparándose para lo peor en ciudades resilientes
El terremoto en Chile en febrero del 2010 fue tan fuerte que movió
ligeramente el eje de la tierra. Y los efectos han sido muy costosos para la economía chilena, resultando
en cuentas de aproximadamente US$ 30,000 millones. Sin embargo, la respuesta
del Estado fue ejemplar. Usó en la reconstrucción un fondo soberano destinado a
este tipo de desastres, más algunos impuestos, por lo que el impacto en la
economía no fue tan negativo. Las estrictas reglas antisísmicas evitaron
mayores destrucciones. La rápida reacción para la reconstrucción de viviendas,
en estrecha coordinación con las comunidades afectadas, ha aminorado los
efectos sociales y ha asegurado que, después del desastre, la calidad de vida
se recupere rápidamente.
Pocas ciudades en economías emergentes
están preparadas para estos desastres. Acapulco y muchas otras ciudades mexicanas no lo estuvieron para el
huracán. En Haití la destrucción fue mayor y la reconstrucción tardará décadas.
En un mundo donde el cambio climático nos presenta escenarios inciertos, es aún
más importante la prevención y la capacidad de reacción.
En México, la resiliencia de las ciudades,
es decir, su capacidad de prevención, adaptación y respuesta a desastres
naturales deja mucho que desear. Es fundamental que diversas
políticas públicas, desde el diseño urbano hasta las finanzas públicas, se
anticipen a las tendencias del futuro para así encararlas con mayor eficacia.
Desde construcciones más resistentes a los desastres, mayor densidad
poblacional y menor consumo de energía, hasta la creación de sólidos fondos
financieros y capacidades de reconstrucción, las políticas públicas deberán
tener una visión y una aproximación a estos retos, mucho más holística e
integral.
6. Ciudad fallida y fantasma, sin magia
Distintas ciudades del país corren el riesgo de convertirse en ciudades
fallidas que poco tiempo después se convierten en fantasmas, como Ciudad Mier. Hace un par de años, el reconocido pueblo mágico fue escenario de un
éxodo masivo por parte de sus ciudadanos quienes, al encontrar la situación de
violencia incorregible y reconocer el fracaso de las instituciones e instancias
de gobierno, tomadas por el narcotráfico, se vieron obligados a abandonar su
lugar de orígen, emigrando hacia otras ciudades del país. La incapacidad del
gobierno de proveer a sus ciudadanos servicios básicos, seguridad, fuentes de
ingreso y garantías estipuladas por la ley, son sólo algunos de los indicadores
de los Estados y las ciudades fallidas.
Detroit, situado en el norte de los
Estados Unidos, una vez una de las ciudades más rica del país, declaró quiebra
este año. Las razones por su caída son variadas, incluyendo la pérdida casi
completa de su fuente económica más fuerte, la producción de autos. Ahora,
Detroit está luchando para sobrevivir. Sus ciudadanos están desarrollando
proyectos creativos formales e informales, tratando de atraer negocios para
salvarla, mientras conllevan la falta de seguridad y servicios públicos que el
gobierno, por una escasez de recursos, no puede otorgar.
Así, las ciudades decaen por situaciones
extremas de falta de seguridad o viabilidad económica, y cuando un débil estado
no puede reaccionar de manera rápida para revertir la situación.Además del fortalecimiento de esas instituciones gubernamentales, es
importante contar con una sociedad civil integrada a la comunidad para
fiscalizar y presionar para el Estado sí responda y asuma sus
responsabilidades.
7. Comunidad tomando la ciudad
Los eventos de la Plaza de Taksim en Estambul nos recordaron que la
ciudad es el espacio público por excelencia, la base de la democracia donde se
concentra la gente y donde se expresan los derechos. Los
estambuliotas tomaron las calles contra
una decisión del alcalde de construir edificios sobre un parque del centro
histórico. Lo que empezó como un movimiento para salvar 600 árboles,
rápidamente se convirtió en una protesta generalizada contra el gobierno. El
parque de Taksim se volvió así en un símbolo del derecho de los ciudadanos, y
luego del país, para expresar su voz.
Las protestas en Brasil también
partieron de un rechazo a una decisión urbana,
el alza del precio del bus. Gente de Sao Paulo, Río de Janeiro y otras
ciudades, se unieron contra una medida que afectaba su calidad de vida, y
derivó en una crítica nacional contra las inversiones en eventos como la Copa
Mundial de Fútbol y los Juegos Olímpicos, vistas como excesivas cuando el país
carece de sistema de salud y de educación satisfactorio para la mayoría.
En menor medida, los graffitis de
nuestras ciudades son recordatorios de lo mismo: el arte urbano es la expresión de la comunidad frente a la
privatización de los espacios. Es la imposición física de la voz de los
residentes sobre la ciudad y la prueba del poder de una resistencia de la
comunidad frente a los desarrollos urbanos que aíslan a los individuos y
desvirtúan la ciudad de su esencia comunitaria.
8. Educación tecnológica para ciudades innovadoras
Los capitalinos están orgullosos de esos servicios artesanales que le
dan personalidad a la ciudad, desde el “gaaaaaas”,
hasta los “ricos tamales oaxaqueños”. Pero, aunque no hay nada malo per
se en la
compra callejera de “colchones, tambores, refrigeradores”, su carácter informal,
sí debería ser motivo de preocupación. Su falta de innovación, tecnología y
profesionalismo en la limpieza de las calles, la recolección de la basura, la
provisión de agua, entre muchos otros servicios en los que el ciudadano
actualmente no puede confiar son solo algunos de los problemas que la
informalidad de estas tradiciones implican. Y sí, esto también debería ser
preocupación y responsabilidad de los privados, por ejemplo con un provisión
más eficiente de gas.
Frente a una Ciudad de México anquilosada
en el pasado, hay casos como el de Medellín, que ha buscado respuestas
tecnológicas para atender las necesidades de sus residentes. Medellín ganó el título de “ciudad más innovadora” del mundo en el
concurso City of the Year organizado por The Wall Street
Journal y Citigroup. La ciudad, antes reconocida por su violencia, hoy lo es
por su dinamismo, y mañana lo será por el distrito MedellinInnovation,
una estrategia del gobierno para fomentar la innovación dentro de la población,
gracias a un festival, una plataforma digital, un foro de ciudades innovadoras
y un territorio físico dedicado a la innovación social, de negocio y
estructural.
Un componente muy importante para tener
una “ciudad inteligente” es el procesamiento y uso de big data (conjuntos de datos
gigantes y de rápido crecimiento), importante para atender las necesidades de
la vida cotidiana de los ciudadanos. En la Ciudad de México, el Laboratorio para la Ciudad es un espacio
experimental para vincular la sociedad civil y las autoridades vía plataformas
digitales. Un primer paso que deberíamos de reforzar con más tecnología y
diálogo, así como lo ha hecho Zapopan y ha logrado interesantes resultados en
términos de gobernanza, democracia y participación ciudadana.
9. Mejorando la salud a través de la ciudad
Caminar, hacer ejercicio y comer saludable en la Ciudad de México puede
ser muy difícil. Aunque el diseño urbano ha mejorado con
las Ecobicis y un moderno transporte público, todavía priman obstáculos al
libre tránsito del peatón y el ciclista, y la falta de espacios verdes y sin
contaminación atentan contra el deportista. Además, los queridos y
tradicionales tianguis muchas veces tienen como protagonistas comidas poco
saludables, fritas y grasosas, que suelen acompañarse de refrescos y bebidas
azucaradas.
Esto no se soluciona solo con impuestos
a los refrescos y a la comida chatarra, sino con un conjunto amplio de acciones
que incluyen un diseño urbano adecuado y acciones a nivel de ciudad que
promuevan la salud. Las ciudades deben de estar construidas
para promover la “caminabilidad”, con vías dedicadas para los ciclistas, y
espacios adecuados para el deportista. Además, es necesario promover la
disponibilidad y asequibilidad de alimentos más saludables, usualmente más
caros y difíciles de encontrar. Igualmente, se deben desarrollar zonas de uso
mixto, que incorporen viviendas junto con comercios y centros de trabajo, de
manera que se incentiva a los habitantes a caminar e interactuar más con sus
alrededores.
Varias ciudades en Brasil, como Belo
Horizonte, han tomado acciones fuertes para mejorar
la salud de sus ciudadanos,
como un programa para brindar comida saludable en las escuelas, algo que se
está iniciando en México, y también mercados locales con alimentos a un precio
justo. Esto logra una mejora en la salud pública y también constituye un apoyo
a granjeros locales.
10. Una ciudad a nuestra altura, a escala humana
En América Latina tenemos a dos megaciudades: Sao Paulo y la Ciudad de
México, que crecen rápida y confusamente, se vuelven monstruos de
infraestructuras de tamaño desmesurado, horizontal y vertical. Y han habido
diversos factores que nos llevaron a esto. Por un lado el movimiento modernista
que concibió la ciudad como una máquina de vivir, separando funciones — de
trabajo, de vivienda, de diversión, etc — en el diseño. Por otro, la importancia desmesurada
que le hemos dado al carro, algo particularmente cierto en la Ciudad de México,
donde se
invierte 86% del presupuesto al transporte urbano en el vehículo individual.
La dimensión humana en la urbanización
se pierde en ciudades donde existen pocos espacios para que la comunidad
interactúe.Escasez de espacios públicos y exceso de
rascacielos en una ciudad aíslan de la comunidad y de los contactos que
fomentan innovación yfelicidad; incrementan el individualismo, el miedo y la soledad urbana que tantos
describen como síndrome de nuestras épocas modernas.
Para evitar esto y crear una ciudad que
provee el bienestar de todos, las megaciudades del mundo deben
encontrar un balance entre la necesaria densidad poblacional y la altura física,
un logro viable con la promoción de carriles exclusivos para bicicletas,
mejoras al sistema de transporte público y apoyo sólo a los proyectos de
infraestructura de uso mixto que estimulen movimiento callejero. Avenidas
amplias y alta disponibilidad de diversos espacios públicos hacen que la ciudad
no se sienta tan superpoblada.
Esta entrada aparecio por primera vez en el blog de Ethos Laboratorio dePolíticas Públicas el 27 de Noviembre del 2013.
Autores: José Luis Chicoma (@JoseLuisChicoma) es el Director General,
Carey Dunfey (@careylucia) y Marie Sorba (@sorbish) son Investigadoras de
Desarrollo Urbano.