viernes, 29 de noviembre de 2013

10 temas de agenda urbana para la Ciudad de México

Esta contribución de Ethos Laboratorio forma parte de la Discusión en Línea #CalidadDeVida Urbana.

10 temas de agenda urbana para la Ciudad de México


Los gobiernos tienden a pensar la ciudad en términos de infraestructura; sin embargo, hablar de ciudad es más bien hablar de su gente. Las ciudades son una concentración densa de capital humano, y su genio, auge y declive se fundan en su gente.
En los últimos 20 años, las ciudades en el mundo se han extendido de manera tal que el enfoque tradicional del urbanismo ya no es capaz de abordar la complejidad de estos espacios. Actualmente habitan en ciudades 3,6 mil millones de personas y se espera que para el 2030, el 60% de la población mundial viva en zonas urbanas.
Frente a este crecimiento exponencial, en México y América Latina, como en otros lugares emergentes del mundo, las ciudades se han expandido de manera descontrolada, incrementando y fomentando desigualdades, cuando deberían ser focos de desarrollo e innovación. Por esto, en Ethos hemos seleccionado una lista de 10 temas relevantes para la agenda de desarrollo urbano, para convertir en la ciudades en centros de oportunidades e integración para su gente.


1. Ciudades compartidas entre peatones, ciclistas, transporte público y… también automovilistas


La ciudad no es sólo para los automovilistas; debe ser fácilmente transitable para todos sus habitantes de la manera que elijan: a pie, en bicicleta, o por transporte público. El diseño urbano debe incorporar a todos los habitantes de la ciudad a través de “calles completas”: vías accesibles, seguras y agradables tanto para el peatón y ciclista, como para el usuario de transporte público y automovilista. Es decir, todo lo contrario a la moda capitalina de los segundos pisos.
El concepto de compartir, ideal para aplicar en un mundo urbano con muchas interacciones sociales, debe ir más allá del diseño de calles y transporte. Ahora compartimos mucho más que espacios físicos públicos, como parques y el metro, o centros comerciales. En la Ciudad de México se comparten bicicletas públicas, y en el mundo hasta automóviles, jardines urbanos y cooperativas de comercialización de productos locales. Estas redes de personas, formadas por conocidos y desconocidos de edades y antecedentes distintos, pueden fomentar la confianza y las interrelaciones para lograr un impacto positivo en sus comunidades.
Así, desde las calles transitables por todos, hasta los mercados comunitarios, los espacios compartidos enriquecen las ciudades e impulsan su capital social, determinando su potencial para un futuro de éxito.


2. Una esperanza en la pobreza urbana


El sueño de una vida mejor en la ciudad aún está muy anclado en la mente de los más pobres, especialmente aquellos que viven en áreas rurales. Las ciudades dinámicas no atraen sólo talento, también atraen los más desfavorecidos quienes están en busca de mejores oportunidades. Y estos tienen razón en irse a las ciudades; los campos se estancan, mientras las ciudades están boyantes y dinámicas, llenas de oportunidades para una gran variedad de labores.
México tiene el triste récord del barrio marginal más grande del mundo, el infame Neza-Chalco-Itza. En general, la Ciudad de México es un imán para miles de personas que todos los días se asientan en su periferia. Y aunque vienen por oportunidades, algunas políticas públicas mantienen a la mayoría de ellos aislados del centro económico y cultural de la ciudad. Los que trabajan ahí enfrentan viajes costosos, pesados y continuamente peligrosos. El gobierno federal de México empeoró la pobreza urbana de las afueras del DF, construyendo casas sin planos de urbanización, lejos de centros de trabajo, escuelas y transporte público, marginando aún más a las poblaciones vulnerables.
Sin embargo, esta temible pobreza urbana puede ser un indicador esperanzador dado que los pobladores de asentamientos informales tienen más oportunidades ahí que en espacios rurales. La clave para salir adelante reside en el acceso a transporte y servicios públicos, así como en la integración de estas comunidades marginales a la ciudades, en lugar de alejarlas de ellas.


3. La nefasta dispersión urbana



Todavía está de moda el sueño americano (también mexicano y latinoamericano) de tener una casa grande, con dos o más carros en los estacionamientos privados, y abundantes áreas verdes colindantes. El origen viene de Levittown, el suburbio símbolo americano de producción en serie de viviendas, popular desde finales de los 40s, y sus populares McMansions casas que aluden a la cadena de comida rápida, por su estandarización y efecto negativo en la salud, dado que generan una alta dependencia del carro. Todo esto contribuye a más tráfico y contaminación. Así, una colonia que parece muy verde y ecológica, como Lomas de Chapultepec, termina siendo un espacio marrón y contaminante.
También es frecuente un aumento de la dispersión urbana debido a la rápida inmigración hacia las ciudades de gente proveniente del campo que forma comunidades, de manera formal o informal, y que contribuyen al aumento de los cordones de pobreza urbana, como de Ciudad Nezahualcóyotl. Estos inmigrantes se enfrentarán (y contribuirán) a una infraestructura fallida, escasez de servicios públicos y espacios públicos, viajes largos al trabajo, entre otros retos.
Ambas formas de dispersión urbana tienen efectos desastrosos en el medio ambiente, la calidad de vida y el capital social de una ciudad. Ambas implican largos traslados al trabajo con mayor contaminación. Ambas alejan a la gente de los centros urbanos más dinámicos, innovadores y con más acceso a servicios públicos y privados. Ambas contribuyen al aislamiento en enclaves de gente similar, disminuyendo el entendimiento y la integración con el resto de la sociedad.
La dispersión urbana señala una falta de gobernanza adecuada, que no planea una expansión con mayor densidad poblacional, ni brinda servicios necesarios u oferta de viviendas dignas para una población creciente. Se podría revertir la tendencia si se fija como objetivo aumentar la densidad, eliminando incentivos a viviendas unifamiliares que innecesariamente utilizan grandes espacios de terreno, y promoviendo programas de viviendas sociales, eficiencia en los servicios públicos y de transporte, así como una planeación que dinamice los centros urbanos.


4. Devolviendo espacios públicos al ciudadano


En Culiacán, capital de uno de los estados más violentos de México, se ubica uno de los lugares más mágicos de América Latina: el Jardín Botánico. Cuenta con más de 1,000 especies botánicas (incluyendo un árbol que camina) e instalaciones de arte contemporáneo de los más importantes artistas de México y todo el mundo. Es uno de los mejores ejemplos de cómo se podrían recuperar los espacios públicos para uso y recreación de todos.
Pero es un ejemplo aislado. Durante décadas, los privados se han apropiado de lo público. Desde las playas privadas que no permiten el libre acceso de aquellos que no tienen casa frente al mar, hasta las comunidades cercadas que restringen el acceso y tránsito libre de personas en zonas seguras que no están amenazadas por la delincuencia. Desde los franeleros y conductores que se adueñan de espacios públicos de estacionamiento, hasta restaurantes que invaden calles y banquetas con la autorización y beneplácito de las autoridades.
La tendencia es a revertir esta “privatización” del espacio público, para que pueda ser gozado por todos. Esto es aún más importante en un país con tantos focos de violencia, desde ciudades tomadas por el narco y el crimen organizado, hasta cualquier colonia amenazada por la delincuencia común. Los parques, las vías amigables al peatón y ciclista y las instalaciones de arte, pueden crear zonas seguras y de integración para la comunidad.


5. Preparándose para lo peor en ciudades resilientes


El terremoto en Chile en febrero del 2010 fue tan fuerte que movió ligeramente el eje de la tierra. Y los efectos han sido muy costosos para la economía chilena, resultando en cuentas de aproximadamente US$ 30,000 millones. Sin embargo, la respuesta del Estado fue ejemplar. Usó en la reconstrucción un fondo soberano destinado a este tipo de desastres, más algunos impuestos, por lo que el impacto en la economía no fue tan negativo. Las estrictas reglas antisísmicas evitaron mayores destrucciones. La rápida reacción para la reconstrucción de viviendas, en estrecha coordinación con las comunidades afectadas, ha aminorado los efectos sociales y ha asegurado que, después del desastre, la calidad de vida se recupere rápidamente.
Pocas ciudades en economías emergentes están preparadas para estos desastres. Acapulco y muchas otras ciudades mexicanas no lo estuvieron para el huracán. En Haití la destrucción fue mayor y la reconstrucción tardará décadas. En un mundo donde el cambio climático nos presenta escenarios inciertos, es aún más importante la prevención y la capacidad de reacción.
En México, la resiliencia de las ciudades, es decir, su capacidad de prevención, adaptación y respuesta a desastres naturales deja mucho que desear. Es fundamental que diversas políticas públicas, desde el diseño urbano hasta las finanzas públicas, se anticipen a las tendencias del futuro para así encararlas con mayor eficacia. Desde construcciones más resistentes a los desastres, mayor densidad poblacional y menor consumo de energía, hasta la creación de sólidos fondos financieros y capacidades de reconstrucción, las políticas públicas deberán tener una visión y una aproximación a estos retos, mucho más holística e integral.


6. Ciudad fallida y fantasma, sin magia



Distintas ciudades del país corren el riesgo de convertirse en ciudades fallidas que poco tiempo después se convierten en fantasmas, como Ciudad Mier. Hace un par de años, el reconocido pueblo mágico fue escenario de un éxodo masivo por parte de sus ciudadanos quienes, al encontrar la situación de violencia incorregible y reconocer el fracaso de las instituciones e instancias de gobierno, tomadas por el narcotráfico, se vieron obligados a abandonar su lugar de orígen, emigrando hacia otras ciudades del país. La incapacidad del gobierno de proveer a sus ciudadanos servicios básicos, seguridad, fuentes de ingreso y garantías estipuladas por la ley, son sólo algunos de los indicadores de los Estados y las ciudades fallidas.
Detroit, situado en el norte de los Estados Unidos, una vez una de las ciudades más rica del país, declaró quiebra este año. Las razones por su caída son variadas, incluyendo la pérdida casi completa de su fuente económica más fuerte, la producción de autos. Ahora, Detroit está luchando para sobrevivir. Sus ciudadanos están desarrollando proyectos creativos formales e informales, tratando de atraer negocios para salvarla, mientras conllevan la falta de seguridad y servicios públicos que el gobierno, por una escasez de recursos, no puede otorgar.
Así, las ciudades decaen por situaciones extremas de falta de seguridad o viabilidad económica, y cuando un débil estado no puede reaccionar de manera rápida para revertir la situación.Además del fortalecimiento de esas instituciones gubernamentales, es importante contar con una sociedad civil integrada a la comunidad para fiscalizar y presionar para el Estado sí responda y asuma sus responsabilidades.


7. Comunidad tomando la ciudad


Los eventos de la Plaza de Taksim en Estambul nos recordaron que la ciudad es el espacio público por excelencia, la base de la democracia donde se concentra la gente y donde se expresan los derechos. Los estambuliotas tomaron las calles contra una decisión del alcalde de construir edificios sobre un parque del centro histórico. Lo que empezó como un movimiento para salvar 600 árboles, rápidamente se convirtió en una protesta generalizada contra el gobierno. El parque de Taksim se volvió así en un símbolo del derecho de los ciudadanos, y luego del país, para expresar su voz.
Las protestas en Brasil también partieron de un rechazo a una decisión urbana, el alza del precio del bus. Gente de Sao Paulo, Río de Janeiro y otras ciudades, se unieron contra una medida que afectaba su calidad de vida, y derivó en una crítica nacional contra las inversiones en eventos como la Copa Mundial de Fútbol y los Juegos Olímpicos, vistas como excesivas cuando el país carece de sistema de salud y de educación satisfactorio para la mayoría.
En menor medida, los graffitis de nuestras ciudades son recordatorios de lo mismo: el arte urbano es la expresión de la comunidad frente a la privatización de los espacios. Es la imposición física de la voz de los residentes sobre la ciudad y la prueba del poder de una resistencia de la comunidad frente a los desarrollos urbanos que aíslan a los individuos y desvirtúan la ciudad de su esencia comunitaria.


8. Educación tecnológica para ciudades innovadoras


Los capitalinos están orgullosos de esos servicios artesanales que le dan personalidad a la ciudad, desde el “gaaaaaas”, hasta los “ricos tamales oaxaqueños”. Pero, aunque no hay nada malo per se en la compra callejera de “colchones, tambores, refrigeradores”, su carácter informal, sí debería ser motivo de preocupación. Su falta de innovación, tecnología y profesionalismo en la limpieza de las calles, la recolección de la basura, la provisión de agua, entre muchos otros servicios en los que el ciudadano actualmente no puede confiar son solo algunos de los problemas que la informalidad de estas tradiciones implican. Y sí, esto también debería ser preocupación y responsabilidad de los privados, por ejemplo con un provisión más eficiente de gas.
Frente a una Ciudad de México anquilosada en el pasado, hay casos como el de Medellín, que ha buscado respuestas tecnológicas para atender las necesidades de sus residentes. Medellín ganó el título de “ciudad más innovadora” del mundo en el concurso City of the Year organizado por The Wall Street Journal y Citigroup. La ciudad, antes reconocida por su violencia, hoy lo es por su dinamismo, y mañana lo será por el distrito MedellinInnovation, una estrategia del gobierno para fomentar la innovación dentro de la población, gracias a un festival, una plataforma digital, un foro de ciudades innovadoras y un territorio físico dedicado a la innovación social, de negocio y estructural.
Un componente muy importante para tener una “ciudad inteligente” es el procesamiento y uso de big data (conjuntos de datos gigantes y de rápido crecimiento), importante para atender las necesidades de la vida cotidiana de los ciudadanos. En la Ciudad de México, el Laboratorio para la Ciudad es un espacio experimental para vincular la sociedad civil y las autoridades vía plataformas digitales. Un primer paso que deberíamos de reforzar con más tecnología y diálogo, así como lo ha hecho Zapopan y ha logrado interesantes resultados en términos de gobernanza, democracia y participación ciudadana.


9. Mejorando la salud a través de la ciudad


Caminar, hacer ejercicio y comer saludable en la Ciudad de México puede ser muy difícil. Aunque el diseño urbano ha mejorado con las Ecobicis y un moderno transporte público, todavía priman obstáculos al libre tránsito del peatón y el ciclista, y la falta de espacios verdes y sin contaminación atentan contra el deportista. Además, los queridos y tradicionales tianguis muchas veces tienen como protagonistas comidas poco saludables, fritas y grasosas, que suelen acompañarse de refrescos y bebidas azucaradas.
Esto no se soluciona solo con impuestos a los refrescos y a la comida chatarra, sino con un conjunto amplio de acciones que incluyen un diseño urbano adecuado y acciones a nivel de ciudad que promuevan la salud. Las ciudades deben de estar construidas para promover la “caminabilidad”, con vías dedicadas para los ciclistas, y espacios adecuados para el deportista. Además, es necesario promover la disponibilidad y asequibilidad de alimentos más saludables, usualmente más caros y difíciles de encontrar. Igualmente, se deben desarrollar zonas de uso mixto, que incorporen viviendas junto con comercios y centros de trabajo, de manera que se incentiva a los habitantes a caminar e interactuar más con sus alrededores.
Varias ciudades en Brasil, como Belo Horizonte, han tomado acciones fuertes para mejorar la salud de sus ciudadanos, como un programa para brindar comida saludable en las escuelas, algo que se está iniciando en México, y también mercados locales con alimentos a un precio justo. Esto logra una mejora en la salud pública y también constituye un apoyo a granjeros locales.


10. Una ciudad a nuestra altura, a escala humana


En América Latina tenemos a dos megaciudades: Sao Paulo y la Ciudad de México, que crecen rápida y confusamente, se vuelven monstruos de infraestructuras de tamaño desmesurado, horizontal y vertical. Y han habido diversos factores que nos llevaron a esto. Por un lado el movimiento modernista que concibió la ciudad como una máquina de vivir, separando funcionesde trabajo, de vivienda, de diversión, etcen el diseño. Por otro, la importancia desmesurada que le hemos dado al carro, algo particularmente cierto en la Ciudad de México, donde se invierte 86% del presupuesto al transporte urbano en el vehículo individual.
La dimensión humana en la urbanización se pierde en ciudades donde existen pocos espacios para que la comunidad interactúe.Escasez de espacios públicos y exceso de rascacielos en una ciudad aíslan de la comunidad y de los contactos que fomentan innovación yfelicidad; incrementan el individualismo, el miedo y la soledad urbana que tantos describen como síndrome de nuestras épocas modernas.
Para evitar esto y crear una ciudad que provee el bienestar de todos, las megaciudades del mundo deben encontrar un balance entre la necesaria densidad poblacional y la altura física, un logro viable con la promoción de carriles exclusivos para bicicletas, mejoras al sistema de transporte público y apoyo sólo a los proyectos de infraestructura de uso mixto que estimulen movimiento callejero. Avenidas amplias y alta disponibilidad de diversos espacios públicos hacen que la ciudad no se sienta tan superpoblada.


Esta entrada aparecio por primera vez en el blog de Ethos Laboratorio dePolíticas Públicas el 27 de Noviembre del 2013.
Autores: José Luis Chicoma (@JoseLuisChicoma) es el Director General, Carey Dunfey (@careylucia) y Marie Sorba (@sorbish) son Investigadoras de Desarrollo Urbano.


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